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EL MUNDO

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    perspicillum
  • 22 ago 2020
  • Tempo di lettura: 11 min

Plácido Domingo: "Dos investigaciones en EEUU confirman que, como siempre he repetido, nunca he abusado de nadie"

Darío Prieto

22 Agosto 2020


Viajamos hasta Italia para hablar con Plácido Domingo, que empieza a renacer con sus primeras actuaciones tras su doble descenso a los infiernos:primero, con las acusaciones de acoso sexual (que sigue rechazando por encima de "malentendidos") y, después, con su convalecencia por Covid-19


Placido Domingo (Madrid, 1941) sale a la terraza y fija su mirada al noroeste. Allí, a unos metros, nació la ópera moderna, en el Teatro San Carlo de Nápoles. Un edificio financiado por Carlos III -antes de cambiar el trono de Nápoles por el de España- donde cuajó esa combinación de música, canto y teatro hasta convertirse en el vehículo para contar las pasiones y tragedias que sobrepasan lo humano. Domingo lo sabe bien, pues ha sido desde un Tannhauser proscrito que alcanza la redención hasta un Don Giovanni que termina condenado por huir de su salvación, entre otros cientos de papeles a lo largo de 60 años de carrera, primero como tenor y luego como barítono y director.


Pero esas experiencias, dice, no sirven de nada ante una situación como la que él ha vivido durante el último año. El 12 de agosto de 2019 la agencia AP publicó un reportaje en el que varias mujeres, la mayoría anónimas, acusaban a Domingo de acoso sexual en episodios sucedidos en torno a los años 80 y 90. La superestrella intentó defenderse en un comunicado, pero los teatros de ópera estadounidenses comenzaron a cancelar sus actuaciones y varias instituciones, como la Ópera de Los Ángeles (de la que Domingo era director general desde 2003) y el Gremio Estadounidense de Artistas Musicales (AGMA, según sus siglas en inglés) iniciaron sendas investigaciones para corroborar las acusaciones. Luego llegaría un segundo reportaje con nuevos testimonios, aunque sin ninguna denuncia formal. Domingo terminó dimitiendo de Los Ángeles y, en febrero de este año, el caso recobró vida después de que se filtrase un comunicado en el que el cantante pedía "perdón por todo el daño causado" a las mujeres que lo acusaron. Esto provocó que el ministro de Cultura de España, José Manuel Rodríguez Uribes, cancelase la actuación de Domingo en el Teatro de la Zarzuela que iba a conmemorar los 50 años de su debut en Madrid.



Semanas después, Plácido fue ingresado en un hospital de Acapulco al dar positivo en Covid-19. Tras superar la enfermedad, no se supo nada de él durante meses, hasta su reaparición en público el pasado 6 de agosto, cuando recibió un premio del Festival de Salzburgo. Pero el último capítulo de su particular descenso dantesco al infierno se cerró anoche, con su primer concierto desde febrero, en el palacio real napolitano de la Reggia de Caserta, junto a la soprano Saioa Hernández. Ahora tiene por delante actuaciones en la Arena de Verona (el día 28 cantando y el 29 dirigiendo la orquesta), la Ópera de Viena (en septiembre, haciendo 'Simón Boccanegra'), Colonia (un recital el 26 de septiembre), el Maggio Musicale Fiorentino (en octubre, en un montaje de 'Nabucco') o la Scala de Milán (en noviembre, con 'La traviata').



Así que Plácido se mueve por su hotel con vistas al Tirreno entre la excitación por recuperar su lugar y la precaución por todo lo vivido en estos 12 meses. Algo mucho más complejo que el más endemoniado de los libretos a los que se ha enfrentado. "En la ópera 'Payasos', de Leoncavallo, se dice: 'Il teatro e la vita non son la stessa cosa' ['El teatro y la vida no son lo mismo']", recuerda el cantante y director. "Hay una diferencia tan grande... Es decir, las tragedias más grandes que vivimos en el teatro... no querríamos pasar por ellas en nuestra vida. Cuanto tienes algún episodio así, como cuando perdí familiares en el terremoto de México de 1985, es tremendo". En ópera, insiste, "puedes padecer las mayores desgracias haciendo personajes, pero sabes que cuando te quitas el maquillaje, te vas a cenar y todo ha sido un dramón que has vivido, aunque sólo desde el punto de vista artístico. Pero es duro cuando las cosas suceden en la vida".


¿Cómo ha sido pasar por la Covid-19?

Es un golpe tremendo. No podía concebir que a mí me iba a pasar, que ahora soy parte de esos 22 millones de personas en el mundo que lo han sufrido. La verdad es que, aunque fue grave lo que tuve, nos tocó muy bien.

¿Cómo supo que tenía la enfermedad?

Teníamos que salir de Nueva York hacia Hamburgo, porque tenía que cantar allí. Pero nuestros nietos tenían vacaciones. Así que le dije a Marta, mi mujer, que fuésemos a Acapulco, que tenemos una casa de vacaciones. Y fue justo ahí, estábamos hacia el 17 de marzo, donde después de oír tanto sobre ello, me hicieron el test.

¿Algún síntoma grave?

No. Tenía un poquito de fiebre, unos 37 8. Pero tengo que decir que la doctora [Francesca Negri, que también ayuda en labores de 'management'] me salvó la vida desde Italia. Verdaderamente. Y a mi mujer también. Porque ella monitoreaba todo desde aquí. Yo no supe, después me lo dijeron, que llegué muy mal. Si llego un día más tarde no sabemos si hubiera sido posible superarlo. En el hospital lo pasaba muy solo, era muy pequeño, había mucho desorden y era muy aburrido. Pero no estuve ni conectado a un respirador. Así que estuve tranquilo durante aquellos 10 días allí. Y cuando volví a casa fue fantástico. Me tocó estar confinado solo durante poco más de un mes.

¿Llegó a temer por su vida?

Es que uno no se hace una idea de algo así. Has oído hablar de las epidemias y pandemias enormes en la historia del mundo, pero no te puedes imaginar que tú lo vas a sufrir. Lógicamente, sientes miedo, porque no sabes qué es eso. Fue algo de gran terror al principio, sobre todo cuando se veían todas las muertes. Y también, aparte, por el tipo de enfermedad que es. Yo, como cantante, me preguntaba: ¿qué va a pasar? Porque esto afecta a los pulmones.

¿Y le afectó?

El primer mes en casa pensé en cantar, pero no lo hice. Aunque no sentía problemas. Ya después, empecé a salir de la habitación y podía ver a mis nietos, a mi hijo y a mi nuera. No así a mi mujer, porque ella estaba en otra habitación haciendo el confinamiento. Pero ya entonces, un día, comencé a cantar. Y me dije: "Estoy lento. Lógicamente, hace falta engrasar un poquito, que esto se mueva mejor". Así que me puse a ello y a estudiar el piano, porque hacía mucho tiempo que no lo tocaba. Cuando mi mujer ya salió, porque ella estuvo un mes más, empezamos a hacer una vida normal.

Ha superado un cáncer, una embolia pulmonar y ahora esto...

No sé si será el entusiasmo, lo positivo de mi vida haciendo algo que me gusta tanto y que a la gente le gusta también como es el mundo de la ópera. El llevar la música, gozarla. He pasado cosas difíciles durante toda la década, del 10 al 20, o vamos a decir mejor que desde el 14. Años un poco complicados de salud, pero lo superé. Tal vez influya que soy siempre un optimista y en ocasiones no me doy cuenta de la gravedad de lo que me pasa. Pero también he tenido suerte.

¿Ha sacado algo en limpio de la experiencia?

Los últimos tres meses hemos hecho una vida muy positiva. Desde hace 58 años que llevamos Marta y yo casados, salvo dos años y medio que habíamos estado en Israel, no había habido nunca una época tan larga en que no nos moviéramos de un lugar: estuvimos en Acapulco cinco meses y tuvimos la posibilidad, sobre todo, de gozar de los dos nietos. Fuimos afortunados, porque ¿cuánta gente habrá estado pasando por esto en una habitación, familias de cuatro o cinco personas?

¿Y cómo sociedad? ¿Se puede aprender de algo así?

Hay que continuar. La vida sigue. En esta situación hemos visto cómo estamos: No respetamos a la humanidad ni a la naturaleza. Tenemos que proteger ambas. Y tener memoria para el día de mañana. No se puede olvidar todo esto. Pero también va a ser extraordinario que se arreglen algunas cosas, que se pueda trabajar más desde donde sea con el iPad. Hay un cambio de vida que, por el golpe que hemos tenido, resulta positivo.

La investigación de la Ópera de Los Ángeles dictaminó que no se encontraron pruebas que demostrasen acoso, violencia o abuso de poder por parte de Domingo. Por su parte, la de la AGMA concluyó que el cantante y director "se entregó a comportamientos inapropiados que iban desde el coqueteo hasta avances sexuales, dentro y fuera del lugar de trabajo" y que muchos testigos dijeron que "no se habían manifestado antes por temor a represalias profesionales"; pero tampoco señala que este comportamiento hubiera llegado al acoso a los abusos. De hecho, el segundo comunicado de Domingo, el del "perdón" filtrado a la prensa, respondía a unos requerimientos específicos para un documento interno de dicha investigación, que terminó con una donación de 500.000 dólares al sindicato por parte del español.

¿Por qué cree que le ha sucedido esto?

No sé cómo explicármelo. Como he repetido en varias ocasiones, nunca he abusado de nadie, y esto también es el resultado de las dos investigaciones internas de AGMA y Los Ángeles. Y si me hubiera dado cuenta de que había ofendido a alguien, especialmente a una mujer, habría intentado remediarlo al instante. Lo que puedo decir es que nunca habría imaginado en la vida encontrarme en semejante situación. A estas alturas de mi vida y carrera estaba enfocado solamente en seleccionar repertorio como barítono y como director de orquesta con posibles nuevos estrenos, y la posibilidad de actuar en escenarios que nunca había pisado antes o en algunos que no he pisado en mucho tiempo. También pensaba seguir con el Concurso de voz, Operalia, y continuar trabajando en la formación de jóvenes cantantes.

¿Qué le parece el modo en que se desarrollan las acusaciones públicas de acoso sexual contra figuras públicas, como usted?

Un personaje público tiene muchos amigos y, lo he entendido tarde, también muchos enemigos. Y lo peor es que algunos enemigos se hacen pasar por amigos.

En un piano blanco del hotel, Plácido empieza a practicar. Suenan fragmentos de Albéniz y Falla, como demostrando que también se ha tomado en serio el instrumento tanto tiempo abandonado.


¿Cómo cree que afectará la pandemia a la cultura, más concretamente a la ópera?

En general, ha habido todo tipo de tragedias para la humanidad, desde la pérdida de seres queridos a la situación económica en todas partes, la pérdida de empleo... Eso es tremendo. Creo verdaderamente que los que podemos ayudar en algo tenemos que pensar en los que no han podido casi vivir durante esta época. Dentro del mundo de la ópera, ha habido también casos serios. Como en Europa la mayoría de los teatros pertenecen a los gobiernos, se les ha remunerado. Pero hay muchos lugares en el mundo donde nadie ha percibido nada. Y no estoy hablando de los cantantes ya con un nombre, que podemos pasarnos un tiempo sin cantar porque tenemos una vida muy positiva económicamente. Hablo de todo lo que mueve un teatro, desde las personas de limpieza, a acomodadores, técnicos, maquilladores... que sufren un problema económico tremendo. Y hay otros muchos cantantes que están padeciendo muchísimo, porque están a un nivel que no es el mejor y necesitan poder trabajar.

¿Le preocupa?

Sí, me preocupa un poco la ópera. Hasta que no tengamos la vacuna, hasta que no esté el mundo protegido, vamos a tener que seguir haciendo la ópera como nunca queríamos hacerla. Porque hay producciones extraordinarias, un teatro verdadero que se acerca a la ópera hoy en día. Y muchos de nosotros creemos verdaderamente que no sólo es cantar, sino también actuar y crear personajes. Pero vamos a tener que cambiar muchas cosas para que no haya acercamiento entre los personajes, para extremar el cuidado. En definitiva vamos a tener que negociar cómo se va a poder hacer. Yo, la verdad, no sé cómo vamos a reorganizar todo para el 'Simón Boccanegra' que haré en Viena el próximo mes. Porque el drama hay que vivirlo. Y, por otro lado, tiene que haber menos público y más controlado, menos descansos en las representaciones. Porque no es sólo una cuestión de cómo está sentado el público en el teatro. En ese sentido, creo que España y Madrid hicieron algo extraordinario con las 27 funciones de 'La Traviata' en el Teatro Real. Así que quiero felicitar mucho a Joan Matabosch por ello.

¿Cómo afronta esta vuelta a los escenarios el sábado en la Reggia de Caserta?

Cuando esté allí y empiece el concierto, lo sabré. La voz parece que está ahí. Pero va a ser muy emocionante, porque nunca en mi vida había pasado tanto tiempo sin cantar.

¿Qué le apetece cantar?

Nunca podré dejar la zarzuela. La escuché antes de nacer, pues mi madre la cantaba entonces. Y he llevado por todo el mundo esta música nuestra: Viena, Milán, Lausana, Washington, Los Ángeles, Omán, Verona... Y la seguiré llevando: ahora estamos montando diferentes grupos de zarzuela en México, entre un pueblito que se llama Tequila y la ciudad de Guadalajara, que por cierto tiene un teatro que le pusieron mi nombre y donde yo debuté con mis padres, lo primero que canté en mi vida. Queremos hacer vivir la zarzuela.

Aparte de la conexión genética, ¿por qué apostar por este género?

Tiene mucha fuerza. Y hay equivocaciones muy grandes que ofenden. Porque cuando algo es malo, dicen que es "zarzuelero". Quizás es que en muchas ocasiones, por el cariño a la zarzuela se hizo mucho. Pero tengo que decir que Daniel Blanco, actual director del Teatro de la Zarzuela, está haciendo muy buenas producciones y está dándole mucho, mucha fuerza al género. Esperemos que crezca verdaderamente cada día. Yo creo en ello.

Domingo insiste en que se ha malinterpretado su comunicado del "perdón" a las mujeres que le acusaron. Hace unos días, el ministro Uribes se reafirmaba en su decisión de censurar al cantante: "Tomamos una decisión en su momento vinculada a una declaración del propio Plácido Domingo. De hecho, hasta ese momento no había habido ningún problema en cuanto a su presencia, porque además en este país y en cualquier Estado de derecho rige la presunción de inocencia siempre", señaló a Europa Press. "Cuando se cometen actos graves y se asumen, eso tiene consecuencias en la vida publica y en la vida social". Un discurso similar al de la directora del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Amaya de Miguel: "No es cuestión de dar una segunda oportunidad o no. El INAEM tomó una decisión en su momento que ahora va a mantener".


¿Qué mensaje le enviaría al público que quiere verle actuar en España, pero que todavía no puede hacerlo?

Que le tengo el cariño de siempre, que espero volver a presentarme en mi país cuanto antes, y que muy a menudo mi pensamiento va a las maravillosas noches pasadas en los escenarios de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla... al igual que en tantas otras ciudades de España. Y también aquella noche especial en San Sebastián, cuando dirigí el 'Requiem' de Verdi para conmemorar el Centenario del natalicio de mi madre. Los recuerdos y las emociones nunca se cancelan. Por eso espero tener la posibilidad de aclarar las cosas con mi país cuanto antes.

¿Qué circunstancias se dan en Italia, Austria o Alemania para usted pueda cantar allí y en España todavía no?

Creo que el cariño del público es semejante en todos los países que usted cita. Con las instituciones de mi país ha habido un equívoco causado por una mala interpretación, pero sinceramente creo que un día nos podremos sentar y aclarar toda la situación en persona.

¿Se ve volviendo a cantar en el Teatro de la Zarzuela?

Así lo espero. Porque estas funciones que tendrían que haber hecho en mayo -que al final se cancelaron no sólo por mis circunstancias, sino por la pandemia- marcaban los 50 años de mi debut en Madrid. Nos quedamos con las ganas y vamos a decir que lo posponemos. Esperamos que con una conversación se aclaren las dudas, que se aclaren los errores que ha habido. Creo que tengo que volver a España y, sobre todo, a Madrid. Lógicamente, Madrid es 'mi pueblo', es mi ciudad. Yo no puedo ni pensarlo... O Valencia, que desde que se abrió el Palau he estado ahí todos los días trabajando con los cantantes jóvenes.

Hace poco la mezzosoprano Joyce DiDonato lamentaba que usted había sido 'condenado' públicamente en media hora sin posibilidad de defenderse de las acusaciones en el entorno correspondiente, que es un tribunal.

Ella también fue ganadora de Operalia, que ha sido una verdadera fuerza en todos los teatros del mundo. ¿Saben lo que es haber cantado en mi vida durante más de 60 años? Más de 60 años de ayudar a todo el mundo sin ningún interés, nada más que forjar nuevos elementos. Y aquí estamos.

¿Cuál es el papel de la prensa en un proceso mediático en el que termina participando un ministro?

Fue un golpe a partir de una equivocación. Ustedes, como periodistas, saben que a veces el titular de un artículo es diferente a lo que viene después. Pero no es culpa de ustedes. Ahí influyen los editores, lo que les gusta en un momento determinado, y las prisas de los tiempos. Después, si una persona reacciona a ese titular, ya no hay manera de corregirlo. Y si esa persona no habla contigo, no puedes explicárselo. O sea, que hay que hacer las cosas con calma.



 
 
 

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